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A veces pensamos que ponernos una venda en los ojos para no ver lo que somos en realidad puede evitarnos problemas. Huimos de la realidad esperando encontrar algo mejor, viendo un mundo que en realidad no existe. Porque en realidad, lo que vemos bajo esa venda es sólo un mundo que hemos creado de nuestra imaginación.
~Capítulo 1: La apuesta~
— ¡Muchas gracias, Subaru-kun!
— Siempre es un placer ayudar a mis chicas —respondió Subaru con una sonrisa brillante.
La chica sonrió también.
Subaru
tenía dieciséis años. De estatura alta y constitución delgada, con un
bonito rostro y con carácter caballeroso, se consideraba el príncipe
del instituto. No había chica de la escuela que no conociese a Subaru
Aizawa, a quien trataban como modelo de hombre ideal: bueno en los
deportes, notas excelentes, y un buen carácter. Sólo había un pequeño
fallo en aquella teoría...
Una joven salió de otro aula.
— Ah, Subaru-kun —dijo—. ¿Puedes ayudarnos un momento?
— Claro —respondió—. Me marcho, chicas, me llaman. —Se despidió de la que acababa de ayudar.
La misma muchacha se volvió hacia una amiga suya y susurró en voz baja:
— ¿Tú crees que está bien que le llamemos «Subaru-kun»?
— Bueno... Aizawa-san quiere que le apelemos así, pero yo no estoy muy segura.
— ¿No crees que es demasiado viril para como debería ser?
—
Creo que está consiguiendo su objetivo de convertirse en un príncipe
para todas. Nos ayuda con todo, y nos trata como damas. Es más como un
príncipe que los hombres... Y muy popular entre nosotras.
— Eso es verdad...
Por
supuesto, Subaru ignoraba la conversación que estaban teniendo sus
compañeras (que en el fondo sólo era lo que pensaban todas), y mientras
tanto, estaba ayudando a otro grupo de chicas.
— Uf, esto ya está —dijo frotándose la frente con la manga de la chaqueta.
— ¡Wah! ¡Muchas gracias, Subaru-kun!
— De nada, para mí es un deleite hacer esto por vosotras —respondió tomándole la mano y acercándose a ella.
La chica se sonrojó.
— Em, sí —respondió.
Subaru
se separó de la muchacha y comenzó a andar por uno de los pasillos del
instituto antes de tener que volver a clase. «A este paso conquistaré a
todas las chicas del instituto» pensó sonriente. Y razón no le
faltaba.
De
repente su oído reaccionó. Una chica estaba siendo acosada por un
chico. Se asomó a la ventana, y efectivamente, en el patio un chico
parecía estar acosando a una chica.
— ¡Imperdonable!
Subaru
abrió la ventana y saltó, agarrándose a la rama de un árbol cercano y
volviendo a saltar. Nada más llegar al suelo corrió velozmente hacia el
chico, dándole un puñetazo en plena cara. El chico cayó hacia atrás
violentamente.
— ¿Estás bien? —le preguntó Subaru a la chica.
— Sí, gracias, Subaru-kun —respondió mientras se levantaba con ayuda de Subaru.
— ¡Perra! —dijo el chico poniéndose de pie y limpiándose la sangre del labio.
En efecto, Subaru era una chica.
— ¿Ah? —fue lo que contestó ella ante el insulto.
— ¡Machorra! —gritó el otro.
Tal
apelación la hizo enfurecer, y como respuesta le dio una patada entre
las piernas. Mientras él se doblaba de dolor, ella y la otra chica
entraron en el edificio escolar.
— ¡Deberías hacer algo, Yamada-san! —le decían los chicos durante la clase de gimnasia.
— ¿Ah? ¿Y por qué yo? —dijo Kotaro.
Era
un chico medianamente alto y flachucho. Tenía el cabello corto, teñido
de un rubio muy claro y llevaba un pendiente en la oreja, razones por
las que se había ganado la reputación de un delincuente, pero sólo
había que mirarlo directamente para saber que sólo eran rumores
absurdos.
— Porque eres su amigo de la infancia, ¿no? ¡Eres al único que escucharía!
— ¿Y por qué haría yo algo? A mí no me afecta.
— ¿Acaso no te gustaría tener novia?
— Bah, paso de niñas de instituto. Mejor alguna mujer casada y desesperada, como vuestras madres. Aunque ya me las he tirado...
— ¡Eh! —dijo uno de ellos agarrándole de la camisa.
— Calma, que es broma. Vuestras madres son muy viejas y feas, nadie se acostaría con ellas —respondió.
El otro chico se enfadó más aún y estaba a punto de pegarle un puñetazo a Kotaro cuando otro empezó hablar:
—
El caso es que si Aizawa-san sólo se vistiera más femenina, ya la cosa
cambiaría. He oído que hasta se venda el pecho para parecer plana y
verse más masculina.
Kotaro se llevó una mano a la barbilla, y acto seguido hizo una sonrisa diabólica que asustó a sus compañeros.
— Subaru~ —dijo Kotaro entrando como un zombie en el aula.
Él
y Subaru estaban en clases distintas, sin embargo estaban lo bastante
cerca como para verse entre clase y clase. Cosa que solían hacer, ya
que Kotaro siempre se inventaba alguna excusa para ir a ver a su amiga
de la infancia, y por supuesto, esta vez no era distinta. Tenía un plan
que llevar a cabo.
Se apoyó sobre ella como un peso muerto.
— ¡Quítate de encima! —le gritó.
— No puedo~ —respondió.
Subaru entonces se giró hacia él.
— Tú quieres algo.
— Vaya, qué rápida —dijo él levantándose y poniéndose derecho.
— ¿Qué quieres?
— Ven conmigo a beber.
— ¿Eh? ¿Y eso para qué?
— ¿Acaso no te gusta el alcohol?
Subaru apartó la mirada sonrojada y susurró de mala gana:
— Sí, sí que me gusta.
— ¡Pues ya está! ¡Decidido! —dijo estirándose—. Te veo luego en el bar de mi hermano.
— Espera un momento —respondió ella levantándose y dirigiéndose hacia él.
— ¿Qué?
— Está prohibido llevar esto. —Le tiró de la oreja en la que tenía el pendiente—. O te lo quitas o te lo arranco de un tirón.
—
Qué estricta estás últimamente. Enróllate un poco, mujer —dijo
zafándose de su agarre golpeándola con la mano y escapándose justo
después.
— ¡Vuelve aquí y no huyas! —le gritó corriendo detrás de él por los pasillos.
Ya
era por la tarde, y las clases habían terminado. Subaru se reunió con
Kotaro tal y como habían acordado, aunque para su sorpresa, la esperaba
frente la puerta de su casa.
— Ey —saludó burlón con una mano.
— Quieres algo raro, seguro, no es normal que me propongas beber —dijo ella mientras empezaban a caminar.
— Bah, ¿qué te hace pensar eso?
— Tu sonrisa diabólica.
Kotaro contuvo la risa.
— Tú alucinas — contestó él.
— ¡No no alucino! ¡Tienes una sonrisa siniestra!
— Es mi sonrisa habitual —aseveró.
Cuando llegaron al bar, este estaba completamente vacío a excepción del hermano de Kotaro, Kei, que estaba apoyado en la barra.
— Le pones a Suba-chan una jarra grande de cerveza —dijo Kotaro.
— ¡No me llames así! —exclamó Subaru algo enfadada.
— No voy a serviros alcohol —respondió Kei.
— Vamos, Kei, no me des el coñazo y pónsela. Sólo es un día.
— Cualquier día me ponen una multa por vuestra culpa —dijo él sirviéndole la jarra de cerveza a Subaru.
— A mí me pones algo más fuerte, no esa mindundería —ordenó Kotaro.
— Ni de coña —le respondió su hermano—. Si acaso te sirvo cerveza.
Kei le puso delante una jarra de cerveza.
— ¿Qué coño es esto?
— Cerveza, y si no quieres, te vas de aquí.
Kotaro
empezó a tomársela de mala gana cuando Subaru no tardó en tomarse la
suya. Estaba un poco borracha ya, hipando y pegando algún grito al chico
de vez en cuando.
— Calla ya, joder, que armas mucho jaleo —le dijo él golpeándole la cabeza con la jarra de cerveza.
— ¿¡Qué coño haces!? —gritó Subaru.
— Ponle otra —ordenó Kotaro a su hermano.
Kei lo fulminó con la mirada.
— ¿Qué? Voy a pagarla —aseguró.
Kei le puso otra más que ella se casi tomó enseguida.
Al final Subaru acabó tan borracha que casi no podía oír.
— Ey, Subaru — le dijo Kotaro.
— ¿Qué es lo que quieres? — respondió Subaru. Se le trababa como consecuencia de lo que había bebido.
— ¿Quieres que hagamos una apuesta?
— ¿Qué apuesta?
— ¿La harás?
— Por supuesto, di ya.
Kotaro
sonrió. Sabía que Subaru tenía debilidad por las apuestas y todo lo
que fuera un reto o una competición. Odiaba perder y él sabía que esta
vez perdería y por supuesto él pensaba sacar beneficio. Se lo podría
haber propuesto mientras estaba sobria y seguramente habría aceptado,
pero en ese caso no sería tan divertido como él quería que fuera.
—
Durante un mes deberás vestirte de chica y conseguir que alguien te
pida salir antes de que termine el plazo. Si no lo consigues, tendrás
que hacer todo lo que yo te pida hasta que terminemos el bachillerato.
— ¿Y si gano yo?
— Seré tu perrito hasta el final del bachiller.
— Eso no es mucho.
— No puedo darte nada más —admitió.
Subaru se quedó mirándolo un poco hasta que finalmente chocó su mano con la de él.
— De acuerdo.
Kotaro sonrió. Se sintió victorioso. Sin duda él ganaría y obtendría lo que más ansiaba de ella...
Al día siguiente, Subaru (con resaca) entraba por la puerta del instituto cuando se encontró con Kotaro en la puerta.
— No vas vestida de chica.
— ¿Ah?
— ¿No te acuerdas? Ayer hicimos una apuesta.
— ¿Qué apuesta?
— Ésta — respondió él enseñándole un folio escrito.
Aunque
estaba algo movida, su firma estaba escrita por ella en aquel especie
de contrato que al parecer le había hecho firmar mientras estaba
borracha.
— Oh, así que te olvidaste. Por hoy vas a tener que hacer todo lo que yo te diga — dijo él sonriendo satisfecho.
Subaru se puso furiosa, y al ver como su amiga empezaba a echar humo, él salió corriendo con ella detrás.
— ¡¡¡Kotaro, cabrón!!! ¡¡¡Deja de correr!!! ¡¡¡Te voy a matar!!!
— Entonces es mejor no detenerse.
~Fin del capítulo 1~
Spoiler del capítulo 2: No hay spoilers.
Luna: Bueno, aquí el primer capítulo de esta historia. Es una historia corta, pero espero que os guste (risas)
Por cierto, quiero decir que, como habréis notado, Kotaro no es dulce ni bondadoso como Rei o Sora, pero aun así creo que es un personaje que puede gustar. También espero que os acabe gustando Subaru.
A mi estos personajes 'cabrones' me gustan O////O
ResponderEliminarPor ahora esta bastante bien la historia, a ver como continua >_< Quiero leer la reacción de las chicas al verla vestida como tal xD