7 oct 2014

~SMILE: Yuki-chan's Life~ Capítulo 28 (Ver. 1)

¡Perdón! ¡Perdón! ¡Perdón!
Tuve muchos problemas, físicos y emocionales y no pude escribir el capítulo a tiempo. De verdad que lo lamento. Actualmente estoy griposa, así que espero que seáis compasivos con mi ortografía y mi redacción. De verdad que lo siento.

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— ¿Yuki-chan aún no llega? —preguntó Sora a Aiko.
— No lo sé —respondió ella.
Entonces él miró a su alrededor, en busca de la joven, cuando vio cómo precisamente Daisuke la besaba. El chico iba a apartar la vista, irritado, cuando vio cómo ella lo empujaba y lo abofeteaba y salía corriendo al interior del hostal.
— Vuelvo adentro, Mogami-san, lo siento, no veré el resto —dijo él.
Y antes de que ella pudiese decir algo, él ya iba en dirección al otro muchacho.
~Capítulo 28: ¡¿Qué diablos pasó anoche?!~

Rei se despertó algo sobresaltado y sin saber al principio dónde se encontraba. El dolor de su cabeza impidió al inicio que los recuerdos de la noche anterior inundasen su mente, pero en cuanto lo hicieron, se volvió hacia el cuerpo que estaba acurrucado a su lado tapado con una sábana. Sonrió y se levantó, y enfundándose en sus pantalones y en su camiseta del día anterior, volvió a acercarse a la chica junto a la que había estado durmiendo y le besó la mejilla.
— Gracias por tu último regalo —susurró.
Yuki, aún dormida, se estremeció un poco. El hombre volvió a sonreír. Después miró a la otra figura masculina de cabellera negra que yacía en el suelo junto a ella, muy dormido, y compartiendo la sábana con ella.
— Cuida de ella, Sora-kun. No la dejes marchar —susurró.
Y con sonrisa triste, salió de la habitación.

Yuki se despertó, y cuando se enderezó, sintió como si le martillearan la cabeza. Entonces notó cómo la sábana que la cubría se deslizaba por su piel. Por su piel... «¿Por qué estoy desnuda?» se preguntó. La chica se rascó la ceja y se frotó los ojos, con la cabeza doliéndole aún, y no pudo evitar ponerse tensa cuando notó cómo la sábana se movía. La chica miró un momento a su lado para encontrarse con Sora, quien estaba profundamente dormido, tapado con la misma sábana. Ella se sobresaltó y se ruborizó hasta tal punto que sus mejillas desprendían calor. Pero el chico seguía dormido. Queriendo asegurarse de algo, le destapó despacio las piernas, pues tenía claro que su parte superior estaba desnuda. Tragó saliva, temiéndose no encontrar nada de ropa. Tras llegar a una zona lo suficientemente alta, y dando por sentado que también estaba desnudo, lo tapó, avergonzada. «¡¿Qué diablos pasó anoche?!» pensó poniéndose como un tomate. El chico empezó a moverse, y ella a toda prisa se destapó y cogió su ropa, saliendo lo más deprisa de la habitación, poniéndose la ropa mientras tanto.

Lo primero que oyó Sora al despertarse fue una puerta cerrándose. El chico abrió los ojos, llevándose las manos a los ojos en ese momento y dándose la vuelta, como queriendo huir de la luz. Le dolía la cabeza a horrores.
— Maldita resaca... —susurró.
Poco a poco se destapó los ojos. «Estoy desnudo» se dijo aunque no muy sorprendido. Se levantó del suelo con la cabeza dolorida como si se le hubiera estallado por dentro. Caminó hacia su ropa, que estaba sobre una silla. Pero al cogerla le llegó un olor extraño que provenía de ella.
— ¿Qué es esto? —dijo frunciendo el ceño.
No lograba identificar el olor y se quedó mirando la camiseta y los pantalones. Terminó por lanzarnos a un lado y meterse en la ducha.

Yuki estaba tumbada en la cama de su habitación con ambas manos puestas sobre la cabeza. Aiko llegó en ese momento con un vaso y medicina para la resaca.
— Gracias —dijo la más bajita incorporándose para beber del vaso.
— Y... ¿Kobayashi-san y tú lo habéis hecho ya?
Yuki, obviamente sonrojada, por un momento estuvo por escupir el líquido, pero por no hacerlo estuvo a punto de atragantarse. Cuando ya consiguió tragarse la medicina, gritó:
— ¡Qué clase de pregunta es esa!
— Bueno, yo sólo lo pregunto porque has amanecido resacosa y en su cuarto, cuando no era necesario estando yo aquí.
Yuki palideció.
— No lo sé —susurró.
— ¿Um? ¿Cómo que no lo sabes? —Su amiga se le quedó mirando.
— Es que... no recuerdo nada.
— Tú eras virgen, ¿verdad?
— Sí.
— ¿No te molesta nada ahí abajo?
— Lo cierto es que no...
— Entonces o bien no ha pasado, o bien tiene la experiencia suficiente y sabe cómo hacer para que no le duela a la chica con la que lo haga —dijo suspirando.
— ¡Pero Kobayashi-san es virgen!
— ¿Tan segura estás de ello?
La joven bajó la mirada, pensativa.

Justo tras terminar el desayuno en el comedor Yuki había empezado a subir las escaleras cuando se encontró de frente a Sora, que bajaba por las escaleras con el pelo mojado chorreándole gotas de agua.
— ¡Ah! Honey-chan...
No le dio tiempo a terminar la frase; la chica salió corriendo sonrojada. El muchacho se quedó con los ojos como platos al verla huir de esa forma nada más verlo sin comprender por qué. Se asomó al comedor donde estaba Rei con una taza de café sentado en una mesa apartada.
— ¿Sabes qué es lo que le pasa? —le preguntó.
— ¿A quién?
— A Yuki-chan.
El hombre se quedó pensativo con el ceño fruncido.
— De hecho, no —respondió—. No se me ocurre qué le ha podido pasar para que se ponga así contigo. Entendería que huyera de mí, pero no de ti.
— ¿Y eso por qué?
Rei, que se estaba levantando de la silla, miró perplejo al joven.
— No te acuerdas de nada —afirmó.
— ¿De qué debería acordarme?
— De nada. No importa.
Rei se dirigió directamente a la cocina con la taza de café en la mano.
— ¿Acaso hice algo mal anoche? —se preguntó el chico en voz alta apoyándose contra la pared.

Yuki dio un largo suspiro. Estaba sentada en las escaleras de la puerta del hostal.
— ¿Qué es lo que te ocurre? —preguntó Aiko que acababa de llegar.
La otra chica señaló con el dedo.
— Eso —dijo.
Aiko desvió la mirada hacia donde apuntaba Yuki. Nada más hacerlo, pudo ver a Sora, en bañador, caer de bruces contra la arena. Debía haberse caído más veces anteriormente, pues parecía una croqueta de la cantidad de arena que tenía pegada a la piel gracias al protector solar. El chico se levantó rápidamente y se abalanzó contra Daisuke, quien tenía la pelota. Estaban jugando a fútbol en la arena, y parecía que el veinteañero estaba perdiendo.
— ¿Kobayashi-san no sabe jugar al fútbol? —preguntó Aiko algo sorprendida.
— Creo que no sabe hacer nada que tenga que ver con esfuerzo físico. Incluso nada de pena, y eso que se crió pegado al mar.
— Quizá sólo se le dan mal los deportes.
— En cualquier caso, si se le dan mal, no debería ponerse a jugar fútbol con Daisuke-san.
— ¿Por qué?
— ¿Cómo que por qué? Observa.
Aiko no tardó en darse cuenta.
— Ya entiendo. Están muy desigualados. Satou-kun es muy bueno, mientras que Kobayashi-san es demasiado torpe.
— Exacto.
«Me siento avergonzada de estar enamorada de un chico que ahora mismo se está ridiculizando a sí mismo de esa forma» pensó ella tapándose los ojos.
— Deberíais animarle. Seguro que así es capaz de jugar mejor —dijo una voz masculina detrás de ellas.
— Rei-san... —susurró Yuki volviéndose hacia él.
— Estoy seguro de que si lo hacéis, Sora-kun podrá jugar correctamente.
Yuki bajó la mirada un momento, sonrojada. Y aunque quería gritar «¡Ánimo, Kobayashi-san!», lo que gritó fue:
— ¡Ánimo, Rei-san!
— ¿Y por qué me animas a mí? Yo no estoy jugando —susurró el hombre decepcionado.
Sora, que se acababa de dar cuenta de que Yuki estaba allí, al escucharla, se giró hacia ella. Él la saludó sonriente con la mano, y ella, ruborizándose, salió corriendo hacia el interior del hostal para sorpresa de los dos muchachos que jugaban, de su amiga y el treintañero.
La chica chocó contra alguien. Era Jiro, que llevaba a su hija de dos años en brazos.
— Ah, Asakura-chan, ¿qué te ocurre?
— Ah, no nada.
— ¿Segura?
Ella asintió nerviosamente y subió corriendo las escaleras hacia su habitación. Rei llegó justo detrás.
— ¿Has visto a Yuki-chan? —le preguntó a su hermano.
— Acaba de subir las escaleras.
— Gracias...
Su hermano lo detuvo.
— Oye, ayer me desaparecieron dos botellas de licor y hoy Mogami-chan, Sora-kun y tú me habéis pedido medicina para la resaca. ¿Qué hiciste anoche?
El mayor comenzó a reír nerviosamente. Y su hermano lo fulminó con la mirada.
— Mira que tu borracho eres un peligro. ¿Te recuerdo lo que hiciste en mi boda?
— No, no lo hagas.
— No atacarías ayer a Asakura-chan mientras estabas borracho, ¿verdad?
— No —respondió él, incómodo—. Bueno, no del todo.
— ¡¿Cómo que no del todo?!
— Bueno, déjame ya, no soy un crío. Y...creo que no quieres discutir de esto frente a tu hija, ¿verdad?
Jiro se quedó sin palabras y Rei subió las escaleras hacia la habitación de Yuki.
Llamó a la puerta y la chica no tardó en abrirla. En cuanto lo hizo se encontró entre los brazos del hombre.
— ¡¿Rei-san?! —la chica se estaba poniendo colorada.
— Yuki-chan... —susurró él.
— ¡¿Q-qué ocurre?!
Ella no comprendía lo que estaba pasando, y su sorpresa se incrementó cuando vio acercarse el rostro del hombre con intención de besarla.
— ¡Para! —gritó ella abofeteándolo.
Él la soltó rápido frotándose la mejilla y ella se miró las manos.
— ¡L-lo siento, Rei-san! ¡No quise pegarte!
— No pensé que dolería tanto. —No parecía molesto.
Ella se sorprendió.
— ¿Cómo? ¿Sabías que te pegaría? —le preguntó.
— No estaba del todo seguro, pero lo supuse.
— Entonces, ¿por qué...?
— Porque quería saber si recordabas lo de anoche.
Yuki lo miró. Sentía como si el mundo se le cayera a los pies.
— ¿Qué pasó anoche? —susurró.
Rei suspiró y sonrió.
— Te emborrachaste, yo me aproveché y al final te declaraste a Sora-kun.
«Y él a ti» pensó.
— ¡¿Que pasó qué?! —dijo retrocediendo. Acabó por tropezar y caer hacia atrás.
— Yo también estaba borracho y no sabía qué hacía —dijo él agachándose para ayudarla a levantarse —. Te besé. Tú no te negaste, pero estabas tan borracha que dudo que hubieras podido hacerlo. No pasó nada más entre nosotros — la tranquilizó él sonriendo mientras la levantaba del suelo—. Si no me crees, tendrías alguna marca en tu cuerpo, lo sabes. Todo lo demás, ocurrió entre Sora-kun y tú.
— E-entonces... K-kobayashi-san y-y yo... E-él y y-o... —Ella tartatamudeaba, y él no lograba entender—... L-lo h-hi-ci...
Al ver lo sonrojada que estaba y deduciendo ya lo que trataba de decir, Rei no pudo evitar soltar una carcajada. El ataque de risa del treintañero hizo palidecer a la muchacha que entendió que acababa de equivocarse. Él empezó a respirar, tranquilizándose.
— Si fuera así, te dolería entre las piernas —dijo él limpiándose las lágrimas de los ojos—. Dudo que siendo Sora-kun virgen hubiera sabido cómo hacerlo sin hacerte daño.
— Entonces... ¿por qué amanecimos desnudos?
Él suspiró, sonriendo.
— Ese fue mi error. Pero no te preocupes. Estuviste tapada con una sábana todo el rato.
— ¡Eso no me consuela!
— En cualquier caso, creo que debes dejar de evitar a Sora-kun.
— ¡¿Cómo hacerlo si me declaré?!
— Él no lo recuerda. Y yo te invito a que lo hagas de nuevo.
— Pero, ¿por qué?
Rei sonrió.
— Porque quiero que la chica de la que estoy enamorado y aquel chico que conocí cuando aún tenía dieciséis y al que considero mi hermano pequeño, sean felices. —Ella lo miró sorprendida y él apartó la mirada, sonriendo—. Ambos me importáis mucho. Perdona... —Él se dio la vuelta y salió por la puerta.
En ese momento, llegó Sora lleno de arena, pegajoso por la sal, que aprovechó que Rei salía para él entrar. Cerró la puerta tras sí y avanzó con paso decidido hasta Yuki que lo miró algo atemorizada ante la cara de ira del chico.
— ¿Q-qué pasa? —preguntó, pálida.
Él tomó aire, y le tiró de las mejillas.
— ¡DEJA DE EVITARME! —le gritó.
— ¡Eeeeek!
Suspiró y le soltó los mofletes
— ¿Qué hice mal anoche?
— No, nada —contestó ella tratando de no mirarlo.
— Como compensación quiero que mañana pases todo el día conmigo.
— Pero... —ella quiso replicar.
— Nada de objeciones. Estoy enfadado —respondió el muchacho—. La única forma que hay para que te perdone es que lo hagas. No estoy acostumbrado a que me evites.
Ella se sonrojó una vez más y él salió de la habitación, sonriendo pensando que el día siguiente lo pasaría con ella enteramente. Estaba feliz.

[Lo que ocurrió la noche anterior]

Sora estaba enfadado, muy enfadado. Acababa de ver cómo Daisuke besaba a Yuki y ella se marchaba llorando. Eso le había molestado.
El muchacho se dirigía con paso firme hacia el otro, mientras los fuegos artificiales resonaban al fondo. Daisuke lo miró sin moverse desde donde estaba, cuando quedaba poco para que Sora llegase hasta él, dijo de forma apenas perceptible:
— ¿Vienes a pegarme?
El muchacho siguió hacia delante, dirigiéndole una mirada de reproche.
— Agradecería que no volvieras a forzarla más a hacer cosas que no quiere hacer.
El otro desvió la mirada.
— Ella no te va a olvidar —susurró Sora—. Tú fuiste su primer amor al fin y al cabo.
Daisuke iba a replicar ante el error en el que había caído el chico al decir eso, pero ya era tarde, y Sora ya había entrado en el hostal.

Yuki, que estaba llorando en su cama, escuchó cómo llamaban a la puerta. Se levantó secándose las lágrimas con las manos y abrió la puerta pensando que sería Aiko. Pero se equivocaba. Abrir la puerta la hizo encontrarse a Sora abrazándola con fuerza.
— Kobayashi-san... —dijo sollozando intentando separarse de él.
— Calla, boba. Calla...
Ella se aferró a la camiseta del chico.
— Daisuke-san me besó —dijo sintiendo la necesidad de confesárselo.
— Lo sé. Lo he visto. —La muchacha sintió cómo el mundo se le hacía pedazos, y notó correr sus lágrimas por su rostro. Sentía una punzada en el pecho—. También vi cómo lo rechazabas. Gracias —El chico temía que por decir eso ella se diera cuenta de lo que sentía, pero ella no respondía. Al menos no con palabras. La joven lo rodeó con sus brazos, aferrándose a él. El chico, que sentía el impulso de tumbarla sobre aquella cama y besarla, no lo aguantó más y trató de tranquilizarse —. Oye, vamos con Rei-san, seguro que él puede hacer que te sientas mejor.
Ella se secó las lágrimas y acompañó al muchacho hasta la habitación, pero al abrir la puerta, Rei estaba bebiendo alcohol.
— ¿Qué estás haciendo? —preguntó el chico.
— Sólo bebo. Acompañadme, por favor.
— ¡Llevas bebida media botella! ¡Pedazo de bestia! —le dijo Sora tratando de quitarle la botella.
— Toma —le dijo Rei sirviéndole un vaso.
— Pero yo...
— Tomad conmigo, por favor.
— Lo siento, Honey-chan —le dijo Sora-kun a la chica.
— Ah, no no pasa nada. Beberé con vosotros —respondió no muy convencida.
No muy conformes, Sora y Yuki miraron sus vasos, dudando si beber o no, puesto que ambos eran abstemios, pero con tal de no hacer sentir mal a Rei dejándolo beber solo, tomaron el contenido de sus vasos. No tardó en empezar a hacerles efecto (ya que no habían comido), y aunque no querían tomar un segundo vaso, el treintañero les llenó los recipientes de nuevo. Se emborracharon rápidamente, sobre todo Yuki, cuyo pequeño cuerpo no estaba asimilando nada bien el alcohol. A Rei se le resbaló la botella de la mano, y el contenido se vertió sobre la ropa de los más jóvenes, y al intentar limpiarlo, también acabó derramando sobre su ropa. Rei se levantó y sacó una sábana al comprobar que Yuki se estaba quitando la ropa manchada y Sora parecía estar haciendo lo mismo. Logró tapar a la chica antes de que se quitase la ropa interior y la besó.
— Te amo —le susurró Rei. Él también tenía la cabeza ida en ese momento.
Ella lo miró como dormilada, sin entender qué pasaba a causa de la embriaguez.
— ¡No es justo! —dijo Sora sollozando—. Yo también estoy enamorado de ti —le dijo a la chica —. Desde los ocho años.
Ella se acercó a él a gatas.
— De quien estoy enamorada es de ti.
Y lo besó.
Tras un par de besos más, ambos muchachos se quedaron dormidos debido a la borrachera. A causa de lo mismo, Rei se dejó caer semidesnudo sobre la alfrombra manchada de licor, junto a los otros dos, quedándose completamente dormido.


[Fin de: Lo que ocurrió la noche anterior]



~Fin del capítulo 28~

Spoiler del capítulo 29: No hay spoilers.

1 comentario:

  1. Oh por dios, pense que iba a haber lemon xDDD pero las escenas comicas son muy buenas :). Espero con ansias el siguiente capitulo *-*

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